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Channel: Alberto – Una mamá motera
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Cuando las cosas no son como esperabas

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Cuando me quedé embarazada de Julia me obsesionaba la idea de que todo saliera bien. No hacía más que pensar en la cantidad de cosas que podían pasarle a mi bebé y, además de una profunda alegría, durante esos nueve meses me acompañaba una sensación de miedo casi constantemente. Más allá de algunas cosas que pudieron ser más positivas en lo que rodeó al nacimiento de mi hija, todo salió bien y yo conseguí relajarme. “Lo normal es que todo vaya bien” me repetía. Y al final me lo creí.

Mi segundo embarazo lo viví de una manera completamente diferente. Aparte de que con una niña de año y pico en casa se tiene mucho menos tiempo para pensar, estaba tranquila y la idea de que algo fuera mal prácticamente no entraba en mis planes.

Por eso cuando, después de un parto perfecto, cogí en mis brazos a Alberto y le vi un bulto morado debajo de la mandíbula, esa sensación de angustia y miedo que había sentido tiempo antes volvió a embargarme. Por un momento pensé que podía ser algo relacionado con el parto y que no tendría importancia, pero enseguida la pediatra empezó a explorar esa zona y el niño no dejaba de llorar como si le doliera. Fueron segundos de mucha tensión. “No puede ser, no puede ser nada malo”, pero en esa primera exploración no supieron decirnos de qué se trataba, si era grave o no, ni qué posibles diagnósticos o consecuencias se barajaban.IMG_5285

En las siguientes horas todo evolucionó positivamente. Test de Apgar superado con nota; Alberto, que no se separó de mi en ningún momento, succionaba como un jabato y en cuanto terminaba de comer dormía como un bendito. Era el recién nacido que todo el mundo desearía. Pero nosotros no éramos completamente felices, porque algo le pasaba a nuestro bebé y nadie era capaz de tranquilizarnos y decirnos qué podía tener.

Pasó 24 horas ingresado en neonatos. Horas que fueron muy duras por la incertidumbre que rodeaba todo, pero que a la vez nos enseñaron que debíamos sentirnos afortunados. Allí convivimos con familias que llevaban meses separadas de sus bebés: madres que cada tres horas iban al hospital para dar el pecho a sus hijos, a los que después dejaban en incubadoras y atendidos por otras personas que no eran ellas. La mayoría de ellos vivía todo aquello con normalidad y optimismo. No me olvidaré de la cara con la que nos miraban unos padres el día que nos fuimos. Era una expresión de alegría generosa, pero con un profundo dolor por no ser ellos los que dejaban el hospital que me rompió un poquito el corazón.

Después de muchas pruebas y muchas lágrimas conseguimos irnos a casa con él. Todo iba bien, Alberto era el bebé perfecto, pero no teníamos un diagnóstico y la angustia seguía instalada en nuestro hogar.

Hoy, después de un mes y medio de consultas en el que hemos tenido días buenos y días malos, días de esperanza y días de miedo, por fin sabemos casi con total seguridad qué es lo que tiene nuestro hijo y por eso he dado el paso de escribir este post y compartir con todos los que nos acompañáis nuestra pequeña historia.

Alberto tiene un tumor vascular benigno en la zona derecha del cuello a la altura de la mandíbula que, en principio, no compromete en absoluto su salud. La mala noticia es que es una malformación muy poco frecuente para la que no hay tratamiento. La buena, que en la mayoría de los casos desaparece con el tiempo y seguramente cuando tenga 10 años habrá desaparecido.DSC_0003 DSC_0002

Conclusión: tenemos un niño precioso y sano, con una inflamación en la cara que hace que sea un bebé muy especial, más querido si cabe y que ha conseguido ganarse un espacio privilegiado en nuestra pequeña familia. Para nosotros lo más importante es que crezca feliz y seguro de sí mismo y por eso no nos planteamos ocultar lo que tiene haciendo fotos solo de su “perfil bueno” o no contando con normalidad lo que le pasa.DSC_0018 DSC_0022

De todo esto quiero quedarme con lo positivo y (aunque puede sonar a tópico) he aprendido que soy más fuerte de lo que pensaba, que la protección de un hijo te hace convertirte en una versión bastante mejorada de ti mismo y sobre todo que soy una persona muy muy afortunada porque, aunque el diagnóstico no es el mejor de los que se consideraban, mi niño está bien después de todo.

Continuamente he pensado en todas esas madres y esos padres que tienen que pasar por pruebas infinitamente más difíciles que la mía, teniendo a sus hijos verdaderamente enfermos. Para ellos todo mi ánimo, fuerza, comprensión y sobre todo admiración. Sois héroes. Y vosotros mejor que nadie sabéis que las cosas no siempre salen como uno espera, pero siempre hay motivos para seguir y ser felices.  DSC_0025

¿Los míos? Empiezan por J y por A:)

¿Y los vuestros? Hablemos de cosas bonitas…

¡Que tengáis una semana genial!


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